Todos sabemos que Ferrari no es una marca ordinaria, y nos lo prueban en cada auto que fabrican. Pero la Enzo lleva la grandeza de la marca a niveles increíbles. Fijémonos un segundo en el nombre: Enzo Ferrari (el nombre del creador de Ferrari, para los que no saben). En Italia no se usa el nombre del padre en vano. Ya podemos empezar a ver de que se trata todo. La Enzo es la máxima muestra de la ingeniería hoy en día.
Detrás de los asientos descansa una bestia pura sangre. Un V12 de 6.0 lt mueve a la Ferrari con 651 BHP, llevándola hasta los 355 km/h y de 0 a 100 en 3.1 segundos. El motor es un derivado del que se encuentra en el Ferrari 599 GTB; y es tan complicado explicar como funciona la transmisión, que si usted lo leyera, su cerebro saldría corriendo sacudiendo los brazos en el aire.
Por dentro, a la Enzo le faltan cosas. Por ejemplo, carece de radio, GPS y reloj, entre otros. Pero esto no es por una cuestión de precios, sino que es por reducir todo el peso posible. De ahí, la mayor parte de las superficies de la cabina son fabricadas de fibra de carbono. Sólo los asientos tienen una cubierta de cuero. Esta austeridad también le permiten al conductor concentrarse en su único trabajo: conducir el monstruo salvaje color rojo. Sin embargo (y un poco como un guiño a la Fórmula 1), el volante tiene varios botones que ayudan a la conducción, además de una serie de LEDs rojos que indican cuándo cambiar de marcha.
El diseñador es Ken Okuyama (no hace falta aclarar que es japonés), empleado en las filas de Pininfarina. Eso ya nos dice mucho. Como varias veces se mencionó en este espacio, los diseñadores japoneses suelen sacrificar la belleza por funcionalidad, pero éste en especial, al trabajar en esta firma de diseño italiana, no dejó completamente de lado el aspecto de la Enzo. Recordemos que los italianos aman la estética armoniosa en sus coches, a veces priorizando ésta por sobre la funcionalidad. De ésta fusión internacional nace la gran Enzo Ferrari, capaz de deslumbrar tus ojos y al mismo tiempo, crear suficiente fuerza peso como para transformar carbono en diamante.
La Enzo está fabricada para que el aire frío refrigere los radiadores montados a los lados y los frenos de 4 pistones. Este aire, al ingresar por las enormes tomas, empujan al coche hacia abajo, formando fuerza peso.
Existen otras versiones de la Enzo, como la FXX, una versión especial para carreras. El motor es de 6.3 lt y ofrece 800 BHP. La velocidad máxima es de 391 km/h y viaja de 0 a 100 en menos de 3 seg. Es más de 200 kg más liviana que la Enzo original (1.365 contra 1.155 kg de la FXX). Gracias a Brembo y Bridgestone, que diseñaron frenos y neumáticos especiales fue posible fabricar este modelo, ya que equipamiento regular no podía contener la desatada furia de la FXX. Se fabricaron sólo 31 (aunque el número original era de 30), vendidas a un precio de entre U$D 1.500.000 y 1.800.000, dependiendo en el color y el número de Ferraris que el dueño poseía previamente (de hecho, Ferrari le vendió FXXs sólo a dueños originales de una Enzo). No creo que sea necesario aclarar que no está permitido usarla en las calles.
El precio total de la Enzo era de U$D 670.000, aunque en subastas supera el millón. Pero no cualquiera podía disfrutar de este lujo. Ferrari debía llamarte y comunicarte que habías sido seleccionado como uno de los privilegiados que podían comprar uno de éstos maravillosos vehículos. Los seleccionados fueron personas fieles a la marca y dueños de varias Ferraris. Se produjeron 399 Enzos y una extra para el Papa, pero más de una quincena fueron destruidas por sus dueños.
La Enzo es la nueva barrera impuesta para que rompan los superdeportivos, así como en 1996 todo auto de ésta clase debía romper los 320 km/h. Y nadie dice que es imposible, porque con los extraordinarios niveles de ingeniería que poseemos hoy en día, el cielo es el límite.
Por dentro, a la Enzo le faltan cosas. Por ejemplo, carece de radio, GPS y reloj, entre otros. Pero esto no es por una cuestión de precios, sino que es por reducir todo el peso posible. De ahí, la mayor parte de las superficies de la cabina son fabricadas de fibra de carbono. Sólo los asientos tienen una cubierta de cuero. Esta austeridad también le permiten al conductor concentrarse en su único trabajo: conducir el monstruo salvaje color rojo. Sin embargo (y un poco como un guiño a la Fórmula 1), el volante tiene varios botones que ayudan a la conducción, además de una serie de LEDs rojos que indican cuándo cambiar de marcha.
El diseñador es Ken Okuyama (no hace falta aclarar que es japonés), empleado en las filas de Pininfarina. Eso ya nos dice mucho. Como varias veces se mencionó en este espacio, los diseñadores japoneses suelen sacrificar la belleza por funcionalidad, pero éste en especial, al trabajar en esta firma de diseño italiana, no dejó completamente de lado el aspecto de la Enzo. Recordemos que los italianos aman la estética armoniosa en sus coches, a veces priorizando ésta por sobre la funcionalidad. De ésta fusión internacional nace la gran Enzo Ferrari, capaz de deslumbrar tus ojos y al mismo tiempo, crear suficiente fuerza peso como para transformar carbono en diamante.
La Enzo está fabricada para que el aire frío refrigere los radiadores montados a los lados y los frenos de 4 pistones. Este aire, al ingresar por las enormes tomas, empujan al coche hacia abajo, formando fuerza peso.
Existen otras versiones de la Enzo, como la FXX, una versión especial para carreras. El motor es de 6.3 lt y ofrece 800 BHP. La velocidad máxima es de 391 km/h y viaja de 0 a 100 en menos de 3 seg. Es más de 200 kg más liviana que la Enzo original (1.365 contra 1.155 kg de la FXX). Gracias a Brembo y Bridgestone, que diseñaron frenos y neumáticos especiales fue posible fabricar este modelo, ya que equipamiento regular no podía contener la desatada furia de la FXX. Se fabricaron sólo 31 (aunque el número original era de 30), vendidas a un precio de entre U$D 1.500.000 y 1.800.000, dependiendo en el color y el número de Ferraris que el dueño poseía previamente (de hecho, Ferrari le vendió FXXs sólo a dueños originales de una Enzo). No creo que sea necesario aclarar que no está permitido usarla en las calles.
El precio total de la Enzo era de U$D 670.000, aunque en subastas supera el millón. Pero no cualquiera podía disfrutar de este lujo. Ferrari debía llamarte y comunicarte que habías sido seleccionado como uno de los privilegiados que podían comprar uno de éstos maravillosos vehículos. Los seleccionados fueron personas fieles a la marca y dueños de varias Ferraris. Se produjeron 399 Enzos y una extra para el Papa, pero más de una quincena fueron destruidas por sus dueños.
La Enzo es la nueva barrera impuesta para que rompan los superdeportivos, así como en 1996 todo auto de ésta clase debía romper los 320 km/h. Y nadie dice que es imposible, porque con los extraordinarios niveles de ingeniería que poseemos hoy en día, el cielo es el límite.
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